lunes, 31 de diciembre de 2018

Los cafés de Trieste



que ver en TriesteRegresar a Trieste es volver a uno mis lugares en el mundo. Me rodean amigos, cafeterías antiguas, librerías históricas, escritores de mi época universitaria, calles en las que circulan canales y el mar, en definitiva, un aroma que me haría quedarme aquí a escribir horas y horas. Paseo por sus calles, entre austriacas y venecianas, y tengo la sensación de ver a Joyce en cada esquina, entrando en cualquiera de los innumerables cafés que tanto frecuentaba y que decido seguir fielmente para captar un poco de inspiración.

Antico Caffè San Marco

que ver en TriesteEntro en el Antico Caffè SanMarco y me fascino. Lo primero que me sorprende es la cantidad de perros que hay sentados junto a sus dueños que leen el diario, un libro, escriben, trabajan, conversan, miran, etc. La enorme cafetera de bronce ofrece la increíble cantidad de tipos de café que hay que en Trieste y que merece un artículo dedicado a ello. La barra, de nogal oscuro, delimita la zona de 'caffè al banco' de las mesitas de mármol típicas de los cafés parisinos. Hay una zona cocktail, zona repostería, libros para compartir y comprar, mesas acogedoras para hasta ocho personas y techos con personajes del mundo del arte, el teatro y alguno de cómics de otra época. Decido disfrutarlo y quedarme un par de horas con un buen caffè.

Caffè Tommaseo

que ver en TriesteSigo la ruta hacia el Caffè Tommaseo, otro emblema cafetero de la ciudad desde 1830. Conocido también por ser el lugar donde se vendieron los primeros helados de Trieste, está lleno de espejos y la decoración es estilo neoclásico. Durante el imperio austro-húngaro, el café fue espacio de reunión de revolucionarios y por ello hay una placa en la entrada que recuerda “Da questo Caffè Tommaseo, nel 1848, centro del movimento nazionale, si diffuse la fiamma degli entusiasmi per la libertà italiana.” También frecuentado por los conocidos intelectuales de finales del XIX y principios del XX (Svevo, Stendhal, Joyce) es ahora más restaurante que cafetería, aunque preserva una zona con mesas de mármol que invita a tomar un buen prosecco.

Caffè Stella Polare

que ver en TriesteFrente al Ponte Rosso está la estatua de James Joyce que parece mirar al Caffè Stella Polare, de 1867. Fue un espacio enorme, uno de los cafés más incónicos de la ciudad, hasta que en la segunda guerra mundial el espacio fue tomado por las tropas anglo-americanas creando una gran sala de baile y dejando al café en un segundo lugar y con poco espacio. Pese a estar completamente restructurado aún conserva algunos arcos de madera neoclásicos y los grandes espejos.


Caffè degli Specchi
El último café que me da tiempo a disfrutar es el Caffè degli Specchi, en la imponente Piazza Unità d’Italia. Pido mesa fuera porque es fin de año y me apetece ver la plaza llena de luces y la gente que va de un lado a otro con todo tipo de abrigos, gorros, bufandas y acompañados por sus perros. Esta vez pido un chocolate, negro y espeso, pero antes entro a ver el interior y de nuevo estoy ante una cafetería exquisita, llena de grandes espejos que, según leo, proyectaban mucha luz del exterior hacia el interior cuando no existía la electricidad.

Y me dejo para la próxima vez el Caffè Tergesteo, Caffè Cattaruzza, Antico Caffè Torinese y alguno más que intentaré descubrir en mi próxima visita a esta ciudad de frontera tan acogedora y en la que me siento en casa.

sábado, 29 de diciembre de 2018

La Toscana Croata y las colinas de la trufa


que ver en CroaciaLa península de Istria es muy conocida por sus paisajes de mar y una gran opción para viajar en diciembre, pero nos adentramos en su interior, recomendados por varios triestinos con ascendientes familiares en la zona, para hacer un viaje a través del perfume que desprende la trufa.

Groznjan (Grissignana) 

que ver en CroaciaLa primera parada es el pequeño pueblo de Groznjan (Grissignana) que está sobre una colina rodeado de olivos y árboles de caqui. Construído en piedra, todo su eje productivo se basa en la trufa. Un señor de la zona, Zigante, encontró la trufa blanca más grande del mundo que, obviamente, reconoció Guinness. Las ventanas de colores sobre la piedra y una curiosidad, todas las casas tienen frente a la puerta una mesa de piedra con sillas de piedra, quizá para cenar en verano o tomar 'la fresca' como decía mi abuela. Tenemos la suerte de encontrar un bar abierto con unas vistas al valle increíbles y allí tomamos un vino de la zona.

 Momjan (Momiano)

que ver en CroaciaSeguimos con el tour por carreteras estrechas y sinuosas que nos llevan a Momjan (Momiano) donde está el templo gastronómico del tartufo, Konoba Rino. Es un restaurante en el que nada más entrar el aroma de la trufa te invade. Probamos los fusi (pasta) al tartufo, filetto (solomillo) al tartufo y la frittata (tortilla) al tartufo, todo monotema pero es que por estos precios en España pagaríamos el triple! En total, con vino y postre pagamos 120€ pafa cuatro personas.

Nos comenta Elena que su padre, gran cocinero veronés, congelaba il tartufo y recuerda abrir la nevera y encontrarse con su aroma. Es un producto muy preciado en cocina y en esta zona es un enclave único para encontrarlo y degustarlo, y ha permitido a estos pueblos medio abandonados tras las sucesivas guerras, disponer de una economía rural muy valorada por los turistas. Con la trufa hacen chocolate, aceite, salsas y patés, queso, patatas fritas, salami y hasta panettone.

Oprtalj (Portole) 

Se acerca el atardecer y aún nos queda por visitar Oprtalj (Portole) y su impresionante Logia Veneciana. En el siglo XV, esta pequeña población hoy llena de casas aún destruidas por las guerras del siglo pasado, pasa a manos de la Serenissima Republica di Venezia, y habitantes de la laguna se instalaron aquí para establecer redes comerciales. Tan interesante es la zona que las tropas napoleónicas la conquistan a finales del siglo XVIII para en breve pasar a formar parte del imperio austro-ruso y posteriormente a Yugoslavia.

Pasear por Oprtalj es un viaje al pasado. Nada más cruzar el arco de entrada por la muralla, de frente hay un casa reestructurada y convertida en un pequeño museo de la cocina al aire libre. Con poca luz, ya anochece, el atardecer inunda de tonos violeta las casas vacías y destrozadas de la guerra y el olvido. Son muchas e impresiona. Hay más esculturas que personas en Oprtalj pero es lo que le da el encanto de pueblo fantasma.

Motovun

que ver en CroaciaDejamos atrás la colina de Oprtalj con un atardecer alucinante en el que los rayos violeta caen sobre las viñas y olivos. Nos vamos hacia nuestro último destino de la cuna de la trufa, Motovun, aunque llegamos ya de noche y solo nos da tiempo a disfrutar de la extrema pendiente de subida que hay. Nuestro amigo Massimo nos ha dicho que es otra población veneciana y que además su palacio municipal es Patrimonio de la Humanidad, pero ya no llegamos.

Al viajar siempre hay que dejar algo pendiente así que ya tenemos motivo para regresar a seguir descubriendo la historia que hay detrás de estas fabulosas colinas del tartufo.

domingo, 23 de diciembre de 2018

La Costa Azul Francesa, ideal para viajar en diciembre

hoteles costa azul francia
Un lugar donde viajar en diciembre y que tengáis buen tiempo asegurado es la Costa Azul Francesa, concretamente entre Cannes y Niza, en la que encontraréis pueblecitos en lo alto de colinas que fueron lugares de inspiración de pintores, esculturoes y poetas. Hace muchos años que vamos de España a Italia y viceversa por motivos familiares y siempre buscamos un hueco para parar en alguna de las joyas que esconde la Riviera Francesa como Haut de Cagnes, Mougins y tantos otros.


costa azul francia
En este viaje en coche por Francia de ida, buscando alojamiento en Booking cerca de Vence, encontré un pequeño rincón de esos que cuesta llegar pero que cuando descubres te recuerda lo mucho que te gusta viajar en coche por Francia. Entre Vence y Saint Jeannet hay un valle en que se concentraban varios molinos de agua, aceite y harina que servían a toda la zona.


bed and breakfast costa azul
Uno de ellos, convertido en ruinas por el paso del tiempo y la erosión del río que baja con fuerza a través de varias cascadas, lo descubrieron una pareja de jóvenes entusiastas que decidieron emprender una nueva aventura en la costa azul y reconstruirlo. 


Le Moulin Camoula es un chambre d'hôtes que dispone de cuatro habitaciones y un apartamento para cuatro personas con puertas independientes que todas dan al jardín lleno de rincones con salitas de estar y vistas increíbles. Las habitaciones están decoradas con un estilo único, usando la piedra, las maderas y vigas antiguas, hornacinas curiosas, baños integrados y todo en fondo blanco. Son muy acogedoras y las vistas al valle y la banda sonora del río que cae con fuerza por las cascadas convierte Le Moulin Camoula en un refugio perfecto, al menos para mí! Me cuentan sus propietarios que es una zona mítica para escaladores y que se hacen muchas actividades deportivas en la zona. Yo no he tenido mucho tiempo de visitas otros pueblos de la zona que me recomiendan como Saint Paul, Tourettes, Loup, Gordon ni Saint Jeannet (porque además la carretera estaba cortada).
costa azul francia
A tan solo 10 minutos en coche estaréis en Vence, una pequeña población-museo no solo por sus calles adoquinadas, ventanas de colores provenzales y torres que la protegen, sino también por ser lugar en el que vivieron el escritor inglés Lawrence, la bailarina rusa Ida Rubinstein y otras personalidades, y en el que Matisse y Chagall dejaron sus huellas creativas y que al viajar en diciembre descubriréis junto con los decorados navideños.

costa azul francesa
Hay que reconocer que viajar en diciembre por los alpes marítimos es toda una aventura de curvas, colinas o côtes, casas en las que te quedarías a vivir, castillos y domaînes. Una neblina te suele dar los buenos días en ese fabuloso contraste entre la humedad del mar y las faldas de las montañas alpinas, pero en breve el sol se impone para quedarse todo el día. Todos los pueblecitos de alrededor están decorados con ese gusto francés por el detalle y además nos acogen con Wolf en todos los restaurantes y Brasseries a los que vamos así que, de nuevo, viajar en coche por Francia me sigue sorprendiendo más a medida que la descubro.

En el blog del Rincon de Sele encontraréis una guía práctica genial sobre la Costa Azul francesa.

lunes, 6 de agosto de 2018

Aperitivo con vistas en Re Teodorico de Verona

Verona, tan conocida por su Arena y los amantes que Shakespeare inmortalizó, es la ciudad perfecta para ir de aperitivo en los meses de verano ya que el calor de Lago di Garda y la altitud que le confiere ser ciudad base de los Dolomiti, hacen que una ciudad Alpina parezca Caribeña.

Así que buscando lugares para hacer el famoso "Spritz Aperol" y que no estuvieran a pie de calle como las tascas que hay en Via Sottoriva o las que rodean Piazza delle Erbe, descubrimos que en la colina de Re Teodorico o Castel San Pietro hacen, esa misma tarde, un

aperitivo que incluye la subida en el nuevo funicular. Cruzamos el río Adige y llegamos a la estación base de un funicular histórico en Verona ya que fue construido en 1941 cuando la ciudad era una meta turística en la época. Tuvo poco recorrido ya que la Segunda Guerra Mundial devastó la ciudad y el funicular quedó inutilizable hasta la fecha. El recorrido, de 2€ ida y vuelta, es muy breve pero las vistas a la ciudad, Ponte Pietra y teatro romano, ¡lo merecen!

sábado, 31 de marzo de 2018

Fajac La Selve: de castillos, guerras y princesas


Hay lugares que te fascinan fotográficamente, lugares que te enamoran por su arquitectura, su paisaje o por su historia, y otros que es la gente del lugar la que te cautiva, de tal forma, que te sientes uno más. Y eso me ha pasado en el sur de Francia, en esa mítica zona Cátara que tanto había leído y oído, la temida Carcassone y la trágica Montsegur, y que nunca estaba en mis mapas. Pero no voy a escribir sobre la zona porque, además de que ya hay miles de blogs que hablan de ella y todo lo que ofrece, mi experiencia ha sido otra, vinculada con un Castillo occitano del siglo XV, una guerra civil que compartimos, y una princesa intelectualmente fabulosa propietaria del Domaine Fajac La Selve.

Dejando atrás la fortaleza de Carcassone, a unos 60 km al oeste, se encuentra la zona de Aude que me recuerda por sus prados y colinas a la Toscana Italiana, y por las puestas de sol. Un desvío a la izquierda te adentra en un camino flanqueado por cipreses altísimos que te acompañan hasta la entrada del Castillo. Desde lo alto del primer ciprés, ondea una "estelada" y ya intuyo que, por todo lo que he leído sobre esta zona, estamos en gente implicada y que siempre se ha considerado "parte de" una guerra civil, una resistencia, Catalunya...con un poco de historia todo se puede entender mejor.

Claude nos recibe con un té junto a la enorme chimenea azul y una muy buena conversación de prácticamente una hora en mi terrible francés sobre la situación de España y Cataluña, los medios de comunicación, la educación....Y nos dice: "Cuando venga Lola, te explicará muchas cosas de la guerra civil". Y así, es, llega Lola y la conexión ya es total. Intercambiamos impresiones de Cataluña y de cómo la Catalunya Nord está participando, y veo que tengo delante de mi a una persona entusiasta como yo con la memoria histórica y la personal. Nos recomienda ir a Mirepoix y nos dice que durante el desayuno seguimos con la conversación.

Al día siguiente, mientras compartimos desayuno con una pareja de Perpignan que está descubriendo a sus vecinos, llega Lola. Nos enseña los rincones del castillo que desde el año 2010 están recuperando, las leyendas que se esconden en sus habitaciones y torres, la historia de las mujeres que dan nombre a las habitaciones, el claustro que rodea la piscina, las casas que componen el Domaine y las caravanas antiguas que también son alojamientos. 

Compartimos unas tres horas de recuerdos, objetos, conexiones y pasiones. Me cuenta que hay tanto por ver de la Guerra Civil que tengo que volver...en primavera. Y prometo volver muy pronto porque aquí he encontrado uno de esos lugares en los que me quedaría, de realidades y cuentos, de castillos y esfuerzos, guerras y recuerdos, de mujeres y princesas.

sábado, 3 de febrero de 2018

Mi cuarto de siglo en el Café Gijón de Madrid


Hay lugares que el turismo no corrompe. Hay lugares en los que queda intacta la historia, cuentan la historia de un lugar y la historia propia de la persona que lo visita. Este es mi caso, estoy en el café Gijón de Madrid, centro de referencia de artistas, escritores y movimientos generacionales únicos, como la generación del 27.

El café Gijón no es grande. Es un espacio que sigue manteniendo aquel olor y aquellos colores de principios del siglo XX. La gente de Madrid sigue viniendo aquí tanto a tomar café por las tardes, desayunar churros o porras con chocolate, como comerse un fantástico menú de mediodía que vale 12,50€, y que espero no descubran los turistas. 

Parece que fue ayer que tenía 20 años y cogía que el avión de Iberia a las 7:00 de la mañana, porque era el más barato venir a Madrid, a ver a mi amiga Susana y a disfrutar de aquel mundo del cine, de teatros y de cafeterías que tanto me gustaba.

Me han dado una mesa que tiene una ubicación bastante extraña, estoy situada en la entrada a mano derecha viendo de frente a toda la gente que come. Me recuerda la película de "La Colmena" y el café en el que se reúne toda la historia del film.. En el café Gijón hay gente de todo tipo: gente mayor, amigas que conversan, gente que aprovecha la pausa del trabajo, algún turista ojeando mapas, etc. Pero la mayoría de ellos son de aquí. Eso es lo que diferencia el café Gijón de muchos otros lugares en otras ciudades en los que la fama turística del lugar ha hecho que ya sea prácticamente inconcebible para un/a vecino/a ir o visitar.

Miro a mi alrededor en esta panorámica 180° que tengo y veo aquellos cuadros antiguos que dejaron pintores de varias generaciones que venían aquí hacer sus tertulias por las tardes y por las noches, las lámparas tradicionales que hacen el espacio muy acogedor, veo las cuatro columnas que sortean los camareros uniformados y que le dan un estilo neoclásico al espacio, y lo que más me sorprende es el reloj de pared que tantas horas habrá dado en este siglo de vida que tiene el Gijón y que un cuarto de ese siglo me ha pertenecido a mí.


martes, 9 de enero de 2018

Haut-de-Cagnes, refugio de artistas y famosos

La casualidad ha querido que pase una noche en Haut-de-Cagnes, un fabuloso pueblo en los Alpes Marítimos franceses, en el que domina el Castillo Grimaldi, las calles sinuosas y placetas de postal sobre una colina que ofrece unas vistas fabulosas a la luminosa Côte d’Azur.

Nos hospedamos en el Château Le Cagnard, un edificio de piedra del siglo XIII, refugio de artistas como Chagall y de famosos como los Beatles, Robert de Niro y otros que aprovechan las tantas manifestaciones artísticas que se organizan en la zona de Cannes y Niza.

Esta zona, en la que dominan tantas poblaciones turísticas de playas infinitas y edificios-ciudades, siempre me sorprende cuando descubro que en su interior, a tan solo diez o quince kilómetros tierra adentro, hay joyas como Haut-de-Cagnes, Mougins, Saint-Paul-de-Vence y tantas otras que me quedan por visitar. Son pequeñas poblaciones en colinas donde el tráfico no llega, donde los artistas han podido y pueden inspirarse observando esos atardeceres provenzales y en los que apreciar la tranquilidad. No me extraña que Picasso, Renoir, Chagall y tantos otros…

Haut-de-Cagnes, conocida como la Montmatre de la Côte d’Azur, sorprende por el imponente castillo Grimaldi, que alberga un museo de historia y otro dedicado al olivo y su importancia en la zona. El resto de la villa, callejuelas que albergan galerías, algunas tiendas y casas de piedra con ventanales de colores muy propias de toda la Provenza.

 Una breve parada que repetiré en primavera para poder disfrutar de aquellos atardeceres que Renoir inmortalizó.